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martes, 30 de mayo de 2017

La Pugna entre dos “dementes”.

Por Alfredo Araico

La reciente disolución del plantón efectuado por Valencia and Company nos lleva a dramáticas conclusiones que bien vale llevar a la comprensión del lector de Valkiria.

En un país, en donde la ley se impone a conveniencia de quién más dinero tiene o de quién más aporta, uno llega a la conclusión de que: si es cierto que el actual alcalde no aportó ni un quinto a la campaña del actual gobernador, ahí firmó su sentencia.

Y si es cierto que el autor intelectual del mega plantón aportó una cantidad considerable, entonces ahí se vio el reflejo.

Claro que si la imagen de Manuel era antisocial esto vino a ser la exposición de su talón de Aquiles y más en la forma en la que se atrevió a pedirle un millón y medio de pesos al alcalde y más si le añadimos la forma en la que se llevó a cabo este encuentro.

Como también es criticable la forma en la que el alcalde convirtió en esa, su mañana, a Stereo Max en su árbol de la noche triste. Y de como dejó anegada de lágrimas, la cabina de Roberto Zetina, mismas que se tardaron dos horas en secar.

En un mundo machista como el nuestro, los hombres no lloran y menos los alcaldes, y mucho menos, en Gobernación o en los medios, para que los oiga llorar la opinión pública.

Claro, que el 80 por ciento de las mujeres se conmovieron y se compadecieron de él, pero en política y más en México ¿alguien le hace caso a la autoridad que todo lo resuelva con una explosión de lágrimas?

Yo el acto de autoridad y respeto que recuerdo fue el de mi amigo Enrique Porter, quién ante el plantón que decidió efectuar Valencia en esa mañana de Nochebuena del año 2000.

Porter Basbush, le dijo a Manuel que se quitara o lo iba a encarcelar, ahí, en donde ahora es el Complejo Cultural.

Al burlarse de la orden del alcalde, los policías de Enrique, que, si lo querían y lo respetaban, lograron someter a Manuel quién si es un hombre fuerte, en ese ya lejano 2000, lo era más.

Pero Enrique supo convertir a la policía de Texmelucan, en la número uno del país, a nivel nacional, siendo por cierto en ese entonces, Víctor Ávila, su director de seguridad pública.

De ahí que resulte incomprensible la actitud endeble del actual presidente municipal, y su incapacidad para demostrar quién es el que manda, y que tiene las riendas de este municipio en sus manos.

De ahí que la pugna entre dos “dementes”, nos habla no de adjetivos descalificativos, sino de una forma de expresar que tanto el alcalde como el dirigente de tianguistas han rebasado el límite del equilibrio y de la sensatez, tan necesario e indispensable en estos tiempos caóticos que nos ha tocado vivir.
De ahí que sea absolutamente indispensable, en estos momentos, que se subraye, nuevamente, cuál es el marco de actuación de cada quién en medio de la crisis social más profunda que nos ha tocado vivir, o usted, ¿qué piensa o escribe, o qué?

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